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LOS SINSABORES DE LA PRESENCIALIDAD

VIVIANA LAURA DIAZ

 

Parece ser este año, 2022, el protagonista del regreso más temido: la presencialidad al 100%. 

De repente, debemos resolver los arreglos para las tareas del cuidado de la familia, gastar dinero extra en comer afuera, pasar interminables esperas para viajar, y finalmente ya en el lugar físico de la oficina, fábrica, negocio, juzgado, organismo público o privado, aprestarse para hacer tareas similares o idénticas a las que hacíamos desde el domicilio durante la pandemia.

Con los casos de covid relativamente bajos, las empresas convocan a la presencialidad absoluta, utilizando como argumentos, la colaboración y la cultura laboral como razones para regresar. 

¿Pero es realmente así? ¿Somos menos productivos trabajando en remoto? ¿Tiene sentido desterrar todos los beneficios logrados?. 

Lo cierto es que una vez en la organización, descubrimos  que la virtualidad continua siendo un aspecto central en la rutina laboral, del mismo modo que lo era durante estos últimos dos años.

La utilización del Zoom, Webex, Slack u otra similar, ha facilitado la comunicación entre equipos  de trabajo en especial si trabajan en diferentes ciudades o países, pero  a veces, las reuniones virtuales realizadas desde la oficina, conforman una fuente de frustración, si no están bien programadas. 

De las diferentes entrevistas que llevamos adelante desde GNT Mentoria Neurodigital, a los diferentes colaboradores que han regresado al formato presencial, se infieren afirmaciones recurrentes:

“Es muy molesto el eco cuando estoy sentada y otra  colega, se encuentra en otra llamada”. 

“A veces, ni siquiera puedo entender lo que está sucediendo en la reunión presencial”.

“Además, está el costo del viaje. una hora hasta la oficina pagando combustible y estacionamiento mi sueldo cada vez lo sufre más”.

“Estás tratando de hablar y tenes cinco o seis personas a tu alrededor que también hablan. Es una experiencia horrible”.

“Me enoja saber que pierdo tiempo y trabajo mucho menos cuando estoy en la oficina, mi trabajo es mucho más productivo cuando lo hago virtual.”

“Están tratando de presionarnos para que regresemos a la oficina, pero es una tensión financiera y mental”, que nos perjudica a nivel personal y familiar”.

“Había logrado estirar un poco mi sueldo, reduciendo los gastos por viáticos y logrando coordinar con mi marido el cuidado de los chicos, hoy ambos volvimos a la presencialidad y tengo que recurrir a una niñera para cuidarlos, no nos alcanza ninguno de los dos sueldos”

Teletrabajo SI, pero en formato Seguro

Una encuesta reciente de la consultora de gestión Advanced Workplace Associates mostró que solo el 3% de los empleados administrativos prefieren trabajar en la oficina cinco días a la semana y el 86 % quiere trabajar desde casa al menos dos días a la semana. 

La ocupación de oficinas en EE. UU. se encuentra actualmente en alrededor del 39,5 %, según Kastle Systems,  empresa que brinda servicios de seguridad para espacios de oficinas comerciales.

Muchas veces se alega la falta de colaboración o la merma en la productividad para justificar la presencialidad al 100%, sin embargo no es la razón ni la justificación 

Para que la modalidad del teletrabajo seguro funcione bien, las empresas deben ser claras sobre cómo y por qué las personas deben regresar a la presencialidad en formato 3×2, (tres días de trabajo remoto y dos días de presencial). 

Cuando las personas regresan para hacer el mismo trabajo que hacían desde la casa, se sienten frustradas por perder todos los beneficios logrados con la virtualidad.

 

Ciertamente, hay ventajas de la modalidad del teletrabajo que por ejemplo hacen a la tarea en sí misma. Es más fácil mirar documentos o notas en una pantalla junto con la llamada. La función de pantalla compartida significa que no hay necesidad de imprimir páginas y para los multitasking las posibilidades que surgen son todavía mayores.

Es imprescindible continuar usando la tecnología de la era de la pandemia que ha facilitado algunos aspectos del trabajo, pero al mismo tiempo, fomentar las interacciones de la vida real. Hace dos años, éramos empujados al trabajo remoto forzado (TRF) y hoy tenemos el desafío de conservar y mejorar la tecnología haciéndola más humana.

La clave es implementar la combinación de la presencialidad y la virtualidad en un esquema que no requiere nada nuevo, que está contemplado en una ley y en un referencial, que desafió el Covid, y que desde la prevención es una verdadera contribución a la empleabilidad: EL TELETRABAJO SEGURO.

La Resolución 58/2022 que dispone la vuelta a la presencialidad en las reparticiones de la Administración Publica Nacional, fue publicada en el Boletín Oficial con una fecha tope: el 1 de mayo del 2022, para disponer el retorno de los trabajadores a la presencialidad, que era el formato habitual antes de la vigencia del Decreto 260 de fecha 12 de marzo de 2020. 

Por cierto una vuelta a las cavernas, que desde ATE recibe el acompañamiento bajo el título de bimodalidad.

¿Pero… todo sigue igual? ¿O será necesario evaluar en paritarias las modalidades de trabajo mediadas por la tecnología? 

Es necesario definir el futuro del trabajo tanto en el sector privado como en la administración pública. 

Es urgente el despliegue de políticas públicas que puedan facilitar la generación de empleo y el monitoreo del cumplimiento de las normativas vigentes. 

El mundo evoluciona hacia modalidades laborales más flexibles que combinan certeza jurídica y capacitación, herramientas colaborativas, cuidado del trabajador desde la desconexión y la metodología GNT para evitar el burnout digital.

Mantener un buen entorno laboral que se ajuste a las necesidades actuales (tecnológicas, económicas, formativas) es imperante si queremos atraer, pero, también, mantener talento. 

El trabajo a distancia ocupa un lugar que antes no tenía, y el concepto de centro de trabajo va quedando atrás. La pandemia convirtió al mercado local en uno global, no enterremos los logros alcanzados, vayamos por su reconocimiento y evolución.