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Reinventarse para el ingreso y permanencia en el mercado de trabajo. Aportes del aprendizaje permanente a la empleabilidad

Maria Elisa Annone

 

  1. Introducción 

En los últimos años, el mundo del trabajo se ha visto impactado por una continua y rápida sucesión de cambios. La inteligencia artificial, el internet de las cosas, en combinación con la robotización y la automatización, constituyen la imagen de los empleos y las condiciones de trabajo del futuro. Existen también una serie de desarrollos que están transformando la forma de producir, como la energía renovable en sus distintas formas, la construcción con materiales eficientes en energía, el tratamiento de residuos y la economía circular.  Estas áreas ya están generando nuevos empleos y presentan un gran potencial, al igual que la demanda de empleos en sectores que ya existen, como, por ejemplo, el cuidado de adultos y de la salud (Bertranou, 2020). 

La cuarta revolución industrial creará nuevos empleos para aquellos que posean las capacidades y la formación adecuadas.  

Los gobiernos y las empresas deberán formar esa fuerza laboral del futuro y, al mismo tiempo, ayudar a los trabajadores de hoy a hacer la transición hacia esta nueva economía (Schawb, 2016).

Ahora bien, como sostiene Ryder (2018) la era de enfocarse en capacidades para lograr una única cualificación que defina la carrera profesional al inicio de la vida laboral ya finalizó y en el mundo laboral que se aproxima a pasos agigantados, cada trabajador tendrá una mayor diversidad de empleos que en el pasado. 

Esto provoca que en la sociedad del conocimiento el sistema educativo tenga el desafío de igualar las oportunidades en la educación, de transformar los procesos de aprendizaje al interior de las instituciones educativas, de adaptar las destrezas que se transmiten en la educación a los nuevos y dinámicos requerimientos laborales, de educar para la ciudadanía y de contribuir a la competitividad y a la inserción de las economías al mundo global (Ottone y Hoppenhayn, 2007).

El desarrollo laboral o profesional de una persona requiere de un nuevo tipo de aprendizaje que, en tiempos de cambio e incertidumbre, le aporte la capacidad de incorporar permanentemente nuevos saberes, es decir de una formación para la empleabilidad entendida como un conjunto de competencias y cualificaciones transferibles que refuerzan las capacidades y la aptitud de las personas para encontrar, crear, conservar, enriquecer un trabajo y pasar de uno a otro obteniendo a cambio una satisfacción personal, económica, social y profesional (Organización Internacional del Trabajo, s/f).

Resumiendo, en la educación del futuro el proceso de enseñanza -aprendizaje ya no puede estar dirigido a la transmisión de conocimientos y de informaciones, sino a desarrollar la capacidad de producirlos y de utilizarlos (Tedesco,2003).

 

  1.  ¿Qué es el aprendizaje permanente?

 

           A la noción de aprendizaje permanente se llega a partir de la evolución de dos elementos. 

           El primero de ellos está dado por la aceptación de la idea de que las personas se educan durante toda su vida y no solo durante la “edad escolar” y el segundo tiene que ver con el reconocimiento de todas las posibilidades educativas que ofrece la vida en sociedad, es decir que implica aceptar que el proceso educativo rebasa los límites del aula (Tünnermann Bernheim, 2010).

          Cabello Martínez propone la siguiente definición de educación permanente: “la educación como proceso continuo, que prosigue durante toda la vida, con el propósito de que toda persona pueda mantenerse actualizada respecto a las transformaciones poblacionales, económicas, políticas, tecnológicas, científicas, artísticas, socioculturales y ambientales de nuestro mundo; logrando el máximo desarrollo individual y social que les sea posible, y englobando todo tipo de experiencias y actividades que sean o puedan ser portadoras de educación” (Medina Ferrer, Llorent García, y Llorent Bedmar, 2013).

              Otra definición de educación permanente es la aportada por López quien la concibe como: “…un nuevo paradigma emergente acerca de la educación, que integra todos los niveles y áreas del sistema educativo formal y no formal, que tiene como finalidad la formación en valores, y el desarrollo de aptitudes y competencias humanas, para alcanzar nuevos modos de convivencia, trabajo y organización acordes con la antropología profundamente humana, que permita un nuevo orden de mayor justicia, libertad y de paz” (Medina Ferrer, Llorent García, y Llorent Bedmar, 2013).

Escotet reconoce ocho principios en el aprendizaje permanente (Tünnermann Bernheim, 2010, 124-125), a saber:

  1. a) La educación es un proceso continuo. La capacidad de educar permanentemente y, por tanto, el perfeccionamiento educativo es un proceso continuo a lo largo de la vida.
  2. b) Todo grupo social es educativo. La educación permanente reconoce como organismo educativo a toda institución social o grupo de convivencia humana, en el mismo nivel de importancia.
  3. c) La universalidad del espacio educativo. La educación permanente reconoce que en cualquier lugar puede darse la situación o encuentro del aprendizaje.
  4. e) La educación permanente es integral. La educación permanente se define a sí misma desde la persona, localizada en un tiempo y en un lugar específico —en una sociedad o trabajo determinado— y se interesa profundamente por el desarrollo y crecimiento de la persona en todas sus posibilidades y capacidades.
  5. f) La educación es un proceso dinámico. Las acciones educativas se conciben en procesos dinámicos y necesariamente flexibles en sus modalidades, estructuras, contenidos y métodos porque, de manera imprescindible, deben partir de un contexto social específico, al servicio de grupos sociales determinados y para determinados fines dentro del trabajo y ocio creativo.
  6. g) La educación es un proceso ordenador del pensamiento. La educación debe tener por objetivo que la persona logre, en primer término, un ordenamiento de los múltiples conocimientos acumulados de manera tal, que pueda comprender su sentido, dirección y utilidad. Igualmente, que pueda jerarquizar su propio pensamiento ante la vida y que le dé sentido profundo a su propia existencia en el trabajo y en el uso del tiempo libre.
  7. h) El sistema educativo tiene carácter integrador. Un sistema educativo o microsistema, debe estar coordinado con los restantes sistemas que conforman el macrosistema social.
  8. i) La educación es un proceso innovador. Se trata de buscar nuevas formas que satisfagan eficaz, adecuada y económicamente las necesidades educativas que se generan en el presente y, especialmente, en el futuro inmediato. Los principios de la educación permanente exigen innovaciones reales y profundas en el campo de las acciones educativas.

Puede afirmarse que existen tres tipos de educación permanente que se complementan entre sí (Esteban Ibañez, 2002):

  1. a)     Profesional: Crea las bases para la promoción del individuo, facilita su adaptación a los cambios tecnológicos y le asegura la movilidad profesional. Es una educación encaminada a los adultos que trabajan y necesitan un reciclaje profesional.
  2. b)    Política: Fomenta las capacidades para asumir los derechos y deberes y debe hacer ver las posibilidades y los límites del desarrollo de la sociedad.
  3. c)      General:  Se centra en equilibrar tanto las desigualdades generales, como la defensa de la igualdad de oportunidades.

 

          3.- ¿Cuáles son las contribuciones de los organismos internacionales a la temática?

          En este apartado se hará referencia al enfoque y la acción en materia de aprendizaje permanente promovida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Unión Europea (UE), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

 

  1. La Organización Internacional del Trabajo (OIT)

La Recomendación 195 de la OIT del año 2004 incorpora el aprendizaje permanente a los desafíos del desarrollo de los recursos humanos y reconoce a la educación y la formación como un derecho para todos los seres humanos al decir que: «la consecución del aprendizaje permanente debería basarse en un compromiso explícito por parte de los gobiernos, de invertir y crear las condiciones necesarias para mejorar la educación y la formación en todos los niveles; por parte de las empresas, de formar a sus trabajadores, y, por parte de las personas, de desarrollar sus competencias y trayectorias profesionales» (artículo 4 inciso b.)

En el informe titulado “Trabajar para un futuro más prometedor”, la Oficina Internacional del Trabajo (2019) señala que con el fin de aprovechar las transformaciones en curso para abrir puertas y crear oportunidades para el desarrollo humano es necesario que los trabajadores tengan derecho al aprendizaje permanente, el que será un elemento determinante para que las personas puedan aprovechar las nuevas tecnologías y actividades laborales que vendrán después.

En dicho informe se aclara que el aprendizaje permanente engloba el aprendizaje formal e informal desde la primera infancia y la educación básica, así como todo el aprendizaje adulto, y combina competencias básicas, sociales y cognitivas (como el aprendizaje para aprender), al igual que las competencias necesarias para trabajos, ocupaciones o sectores específicos. También se aclara que el aprendizaje permanente no abarca solamente las competencias necesarias para trabajar, sino que también comprende el desarrollo de las aptitudes necesarias para participar en una sociedad democrática. Ofrece a los jóvenes y los desempleados una vía de inclusión en los mercados laborales y también tiene potencial transformador.

En el punto 32 del Plan Estratégico de la OIT para 2022-2025 se indica que debe prestarse particular atención y esfuerzo a: “Facilitar el aprendizaje permanente y las transiciones del mercado de trabajo. Los trabajadores necesitarán más apoyo para hacer una transición fluida entre los empleos, lo que incluye oportunidades para adquirir o renovar las competencias. Esto será especialmente importante para la integración efectiva de los jóvenes en el mercado de trabajo y para fomentar el envejecimiento activo entre los trabajadores de más edad. La tecnología digital es una fuente importante de oportunidades para el desarrollo de las competencias y el aprendizaje permanente; sin embargo, también es necesario invertir esfuerzos en reducir la brecha digital y fomentar la igualdad de condiciones para todos” (Organización Internacional del Trabajo, 2020).

 

  1. La Unión Europea (UE)

En el Tratado de la Unión Europea (Tratado de Maastricht), se incluyen por primera vez dos artículos, el 126 y el 127 que hacen referencia explícita y diferenciada a la educación y a la formación, haciendo hincapié en la educación permanente y de adultos (López Noguero, 2008).

           El tratado se complementa con la publicación en 1993 del Libro Blanco sobre “Crecimiento, Competitividad y Empleo”, en el cual se destaca la conveniencia de buscar el desarrollo, la generalización y la sistematización de la educación permanente y formación continua, para mejorar la calidad de la enseñanza, sobre todo técnica, así como el perfeccionamiento profesional (López Noguero, 2008). 

          Y en 1995 se publica el Libro Blanco “Enseñar y aprender. Hacia la sociedad cognitiva”. Allí se formulan varias recomendaciones y se elaboran propuestas sobre cinco objetivos prioritarios: 1) Fomentar la adquisición de nuevos conocimientos: los individuos deben tener acceso a medios de aprendizaje adaptados a sus necesidades, 2) Acercar la escuela a la empresa, 3)  Luchar contra la exclusión: el Libro Blanco recomienda que se desarrollen mecanismos de inserción mediante la formación, basados especialmente en discriminaciones positivas y centrados en los jóvenes de barrios desfavorecidos, 4) Hablar tres lenguas comunitarias con materiales y métodos innovadores de aprendizaje para los diferentes grupos de edad y niveles de educación y 5)  Conceder la misma importancia a la inversión en equipamiento y a la inversión en formación (Monclús Estella y  Saban Vera, 2015).

         El año 1996 fue designado por el Consejo de Ministros y el Parlamento Europeo como el año europeo de la educación y la formación permanentes. En dicho año se llevaron a cabo acciones de información, sensibilización y promoción de la educación y la formación permanentes,  abordando temas tales como la importancia de una educación general de alta calidad, la motivación de las personas para acceder a la educación y a la formación permanentes, el fomento de una mayor cooperación entre los centros de enseñanza y formación y los medios económicos, el desarrollo de la dimensión europea de la educación y de la formación iniciales y continua, la sensibilización de los interlocutores sociales y de los padres, el fomento de una formación profesional que culmine en cualificaciones concretas, etc. (López Noguero, 2008).

         Esta proclamación consiguió que la educación y la formación permanentes ocupasen un lugar importante en la reflexión política, a través de la participación de nuevos agentes en un ámbito que anteriormente estaba reservado a los especialistas en la materia y abriendo nuevas posibilidades de mayor colaboración entre los ministerios o los diversos niveles administrativos (López Noguero, 2008).

         Posteriormente, en el año 2000, el Consejo Europeo de Lisboa se fijó el objetivo de conseguir, para 2010, la economía basada en el conocimiento, más competitiva y dinámica del mundo, apoyándose en el aprendizaje permanente (López Noguero, 2008).

        En ese mismo año también se lanzó el Memorándum sobre el aprendizaje permanente, que define las nuevas cualificaciones básicas requeridas para una participación activa en la vida laboral, familiar y comunitaria a todos los niveles. Dentro de estas cualificaciones se destacan las relativas a la informática y nuevas tecnologías, el manejo de idiomas, las aptitudes sociales como la confianza, la capacidad de toma de decisiones y de asunción de riesgos (Saban Vera, 2009).

            En el año 2006 se puso en marcha el Programa de Aprendizaje Permanente (2007-2013). Los objetivos específicos de este programa fueron: contribuir al desarrollo de una educación y una formación de calidad; promover la innovación y la dimensión europea en los sistemas y las prácticas vigentes; apoyar la realización de un Espacio Europeo del Aprendizaje Permanente; ayudar a mejorar la calidad, el atractivo y la accesibilidad de las oportunidades de educación y formación; reforzar la cohesión social, la ciudadanía activa, el diálogo intercultural, la igualdad entre hombres y mujeres y la realización personal y favorecer una mayor participación de personas de todas las edades, incluidas las que tienen necesidades especiales y las pertenecientes a grupos desfavorecidos, etc. (Monclús Estella y Saban Vera, 2015).

            En la actualidad se encuentra vigente el plan Educación y Formación 2020 (ET2020) que es un marco estratégico para la cooperación europea en el ámbito de la educación y la formación que permite a los Estados miembros intercambiar las mejores prácticas y aprender unos de otros (Comisión Europea, s/f) 

               El marco se basa en el aprendizaje permanente y proporciona objetivos estratégicos comunes para los países miembros de la Unión Europea, incluido un conjunto de principios para lograr dichos objetivos, así como métodos de trabajo comunes.

           Para el seguimiento de estos objetivos se han establecido los siguientes puntos de referencia con indicadores asociados (Ministerio de Educación y Formación Profesional del Gobierno de España, s/f):

–  Reducción a menos del 15% del porcentaje de jóvenes de 15 años con aptitudes insuficientes en lectura, matemáticas y ciencias.

– Integración de al menos el 95% de los niños en la educación preescolar. 

– Reducción por debajo del 10% del porcentaje de abandono de los estudios o la formación entre 18 y 24 años. 

– Como mínimo un 40% de la población de entre 30 y 34 años debe haber terminado alguna forma de educación superior.

-Como mínimo un 15% de la población adulta debe participar en actividades de formación.

– Al menos el 20% de los titulados superiores y el 6% de los jóvenes de entre 18 y 34 años con un título de formación profesional inicial debe haber cursado algún periodo de estudios o formación en el extranjero.

– Al menos el 82% de los titulados (personas de entre 20 y 34 años que han terminado al menos el segundo ciclo de enseñanza secundaria) debe tener un empleo en un plazo de no más de tres años después de terminar los estudios.

 

  1. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)

              La OCDE presenta todos los años una extensa recopilación de estadísticas e indicadores de los sistemas educativos de los treinta y ocho Estados que la componen, además de otros países asociados. 

            La publicación se denomina “Panorama de la Educación. Indicadores de la OCDE” (Education at a Glance. OECD Indicators) y analiza la evolución de los diferentes sistemas educativos, su financiación y el impacto de la formación en el mercado de trabajo y en la economía (Ministerio de Educación y Formación Profesional del Gobierno de España, s/f)

          En el informe correspondiente al año 2021 se expresa que: uno de cada cinco adultos en todos los países de la OCDE no ha finalizado la educación media superior y en algunas naciones; un considerable porcentaje de los niños abandonan sus estudios antes de terminarlos; en 2019, en cerca de un cuarto de los países de la OCDE, por lo menos uno de cada 10 jóvenes en edad escolar no estaba matriculados en la escuela; en 2020 la tasa de desempleo de los jóvenes adultos que no finalizaron su educación media superior era casi dos veces mayor que la de quienes contaban con cualificaciones más altas; las mujeres superan a los hombres en la tasa de participación en la educación formal de adultos, no obstante lo cual, se mantiene su escasa probabilidad de emplearse y su sueldo es aún menor que el de los hombres en todos los niveles de logro educativo y en todos los países de la OCDE, incluso aquellas tituladas en la misma disciplina.

Asimismo, se manifiesta que el aprendizaje permanente es cada vez más decisivo para que los adultos aumenten sus capacidades y las actualicen en este mundo en proceso de cambio, pero que a pesar de ello en el año 2016, más de la mitad de los adultos no participaron en el aprendizaje para adultos y la pandemia redujo aún más sus oportunidades para hacerlo. 

En el informe también se sostiene que es preciso que los educadores trabajen más estrechamente con otros sectores gubernamentales y empresariales para contribuir a fomentar vías flexibles de acceso y salida de la educación que evolucionen a la par de las demandas del mercado laboral.

 

  1. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la cultura (UNESCO)

 La difusión mundial del aprendizaje permanente como tema pedagógico contemporáneo se debe en gran parte a la labor de la UNESCO. Este poder de difusión es producto no sólo de la gran influencia que le otorga tener estados miembros en todo el mundo, sino también de un discurso general que les ofrece alternativas muy amplias y apoyos para presentar sus políticas y estrategias educativas en términos avalados por este organismo internacional (Medina Ferrer y Llorent García, 2017).

  Durante los años 60 el principio de educación permanente busca responder a diversas necesidades. 

Por un lado, los países miembros estaban experimentando carencias educativas importantes entre amplios sectores de la población joven, que venían a sumarse a las ya existentes capas de población adulta no alfabetizada y requerían hallar formas y medios para equipar con un mínimo de conocimientos y aptitudes a la mayor parte posible de la población.        

          Por el otro, era preciso encontrar un marco conceptual común para los programas educativos, científicos, sociopolíticos y culturales que venían siguiendo procesos diferentes en los distintos estados miembros (Medina Ferrer y Llorent García, 2017).

          Como consecuencia de este conjunto de factores, en el año 1972 se produce con el informe de la Comisión Internacional de Desarrollo Educativo presidida por Edgar Faure titulado “Aprender a ser”, el impulso más fuerte en la política y actividades relativas a la educación permanente del organismo, (Kallen, 1996).

           En el preámbulo de dicho informe Faure sostuvo que la Comisión  puso todo el acento en dos nociones fundamentales: la educación permanente y la  ciudad educativa, siendo la educación permanente “la llave de la bóveda de la  ciudad educativa” (Tünnermann Bernheim, 2010).

             En el informe se advirtió de los riesgos de las desigualdades, las privaciones y el sufrimiento y se destacaron las características universales de la educación, solicitando que se siguiera ampliando la educación y la educación a lo largo de toda la vida (UNESCO, s/f).

               Entre 1993 y 1996, una segunda comisión internacional, bajo la dirección de Jacques Delors, preparó un informe titulado “La educación encierra un tesoro”, mediante el cual se subrayaba la importancia de un enfoque humanista de la educación y se establecían «los cuatro pilares» de la educación, a saber: aprender a ser, aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a vivir juntos (UNESCO, s/f).

                En el informe de 2021 titulado “Adoptar una cultura de aprendizaje a lo largo de la vida” (UIL, 2021) se afirma que: “… los desafíos a los que se enfrenta la humanidad, los derivados de la crisis climática y del cambio tecnológico y demográfico, por no hablar de los que plantea la pandemia COVID-19 y las desigualdades que ha exacerbado, exigen sociedades que se entiendan a sí mismas como sociedades del aprendizaje y personas que se identifican como educandos a lo largo de sus vidas. La realización de esta visión requiere un enfoque de educación centrado en la persona que aprende y orientado a la demanda, que permita a los educandos de todas las edades y procedencias codiseñar activamente y utilizar cualquier proceso de aprendizaje y sus resultados para alcanzar todo su potencial. En consecuencia, aprender a aprender y gestionar el camino de formación personal deben convertirse en competencias básicas”.

 

  1. ¿Por qué es importante para el trabajador?

 

El cambio tecnológico y la globalización, junto con el cambio demográfico y el climático están transformando el mundo del trabajo. La inadecuación de las competencias es hoy un problema creciente en los mercados laborales y conlleva graves consecuencias para los trabajadores y las empresas (OIT, 2021).

            A continuación, se formulará un breve análisis de la incidencia de estos variados factores en la fuerza laboral y las razones por las cuales representan un desafío importante para las políticas en materia de competencias.

  1. Cambios tecnológicos y digitalización

Esta tendencia transformará profundamente los perfiles profesionales y resulta previsible que genere a largo plazo un importante número de puestos de trabajo de forma directa, indirecta e inducida. Al mismo tiempo, es probable que un tercio de los empleos cambien radicalmente por  la automatización de algunas tareas o a la introducción de nuevas tecnologías. Por este motivo, los investigadores estiman que, en promedio, las competencias requeridas para realizar un trabajo cambiarán un 42 por ciento en el periodo 2018-2022, obligando a los trabajadores a actualizar y mejorar sus competencias y a cambiar de empleo u ocupación (OIT, 2021).

  1. Globalización 

La globalización provocó la apertura de los mercados y amplió sus límites geográficos. Este fenómeno ha aumentado la demanda de competencias (desde competencias fundamentales e interpersonales básicas hasta competencias digitales) adecuadas a las funciones cognitivas y técnicas complejas y de alto nivel que son indispensables, para que los países puedan especializarse en las industrias manufactureras tecnológicamente más avanzadas y en los servicios comerciales (OIT, 2021).

  1. Cambio demográfico

Se prevé que para el año 2030 la población mundial habrá aumentado un 10 % por ciento y que el 60 % de tal incremento tendrá lugar en los países en desarrollo, en particular de África Subsahariana y Asia Meridional (OIT, 2021).

 En estas regiones el cambio demográfico supone un importante reto para la creación de empleo y el acceso a una educación y formación adecuadas de la población juvenil, ya que la combinación de una fuerza de trabajo creciente y su acceso desigual a la educación está creando un excedente de trabajadores poco calificados y un déficit de trabajadores con calificaciones medias (OIT, 2021).

            El fenómeno opuesto se producirá en las economías desarrolladas con un envejecimiento de la población. Se calcula que para el año 2050 la población mayor de 60 años representará un 21,8 %. El envejecimiento constituirá un gran problema para la sostenibilidad de los sistemas de seguridad social, pero también influirá en la demanda de competencias en sectores como la economía del cuidado (OIT, 2021).

 

  1. d) Cambio climático

             El cambio climático y la degradación son dos de los principales impulsores de la demanda creciente de competencias para los empleos verdes En el marco del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático (2015), los países se han comprometido a adoptar a nivel nacional medidas ambiciosas de mitigación y adaptación al clima en numerosos sectores las cuales repercutirán significativamente en la demanda de competencias afines. Por otra parte, los mercados verdes y las tecnologías limpias han incidido en procesos de creación, destrucción y evolución del empleo (OIT, 2021). 

Puede concluirse que el desarrollo de competencias y el aprendizaje permanente es crucial para que las empresas, los trabajadores y las sociedades puedan aprovechar las oportunidades que vienen con los cambios reseñados. 

Al respecto, Beltran Llavado (2015) presenta un inventario de los beneficios que se derivan del incremento del nivel de educación:

  1. a) La educación a lo largo de la vida implica una ampliación y una profundización de los derechos sociales y de la igualdad de oportunidades. Además, refuerza la cohesión social y fomenta un sentimiento de conciencia y de responsabilidad cívica
  2. b) Otro beneficio que brinda es el de la “sostenibilidad” a escala humana, porque acrecienta la conciencia sobre la necesidad de gestionar los recursos de manera responsable y permite pensar en el legado que se quiere dejar a las generaciones venideras.
  3. c)  La educación proporciona desde la infancia y hasta el fin de la existencia una autonomía creciente y no hay sociedades autónomas sin seres autónomos. Dicho de otra manera, la democracia es impensable sin educación. 
  4. d) La educación a lo largo de la vida constituye desde un punto de vista sociológico una de las mejores concreciones de “la reflexividad social”, es decir, de la creciente autoconciencia social de los seres humanos desde un punto de vista individual y colectivo, propia de sociedades complejas y de conocimiento como la nuestra
  5. e) La “disminución de la pobreza” es otro de los beneficios derivados de la educación a lo largo de la vida. En términos educativos, el empobrecimiento equivale a ignorancia. Si la ignorancia encuentra su equivalencia en el empobrecimiento, la educación –que es el antídoto contra la ignorancia– encuentra su equivalencia en el compromiso y en la participación comprometida.
  6. f) Otro de los beneficios que aporta es el de la “cohesión social” que deriva de la disminución de la desigualdad, puesto que la educación actúa promoviendo el ascenso social.
  7. g) El último de los beneficios es el de un mayor crecimiento dinámico. El proyecto de educación a lo largo de la vida es un proyecto que se sustenta en la innovación, entendida como una recreación y una reinvención de lo mejor de la tradición y del patrimonio cultural, filosófico, científico y artístico de la humanidad y como una reconstrucción social permanente basada en el aprendizaje permanente.

 

  1. Aprendizaje formal, no formal e informal

 

  Hubo un tiempo en el cual la carrera profesional de una persona empezaba con sus estudios de una habilidad específica en una Universidad o Instituto de Formación Profesional, seguido quizás de una maestría. Luego continuaba con la búsqueda de un empleo relacionado a los estudios cursados y de allí a aplicar los conocimientos adquiridos hasta el momento de la jubilación. En esa época el número de lugares en los que una persona trabajaba a lo largo de su vida, rara vez superaba los tres (Sintetia, 2021).

Hoy, por el contrario, los trabajadores deben convertirse en aprendices permanentes para ser capaces de aprovechar el cambio como una oportunidad y de redireccionar su trayectoria laboral a lo largo de su vida (Randtstad, 2021).

El aprendizaje permanente abarca tanto a la educación formal como a la no-formal y al aprendizaje informal (Vargas Tamez, s/f). 

El aprendizaje formal es el que tiene lugar dentro de un proceso institucionalizado, reglado y pautado. Por ello sucede en escuelas, institutos o universidades y responde a unos objetivos didácticos, tiene una duración pautada y concluye con una instancia de evaluación y certificación (INTEF, s/f).

El aprendizaje no formal también es una actividad educativa organizada pero que se realiza fuera del sistema educativo reglado y que en principio no cuenta con certificación. En esta categoría entraría parte del aprendizaje de adultos, la formación continua o las actividades de formación que se desarrollan en torno a los MOOCs (Massive Open Online Courses) que son cursos online masivos y abiertos (INTEF, s/f).

Con respecto al aprendizaje informal, está dado por el proceso vital (que ocurre a lo largo de la vida) mediante el cual las personas desarrollan actitudes, valores, destrezas y conocimientos a partir de la experiencia cotidiana y de la influencia y recursos educativos del entorno: de la familia, los vecinos, el trabajo, el esparcimiento, el mercado, la biblioteca y los medios de comunicación. No constituye un aprendizaje estructurado y tampoco se evalúa y suele ser un aprendizaje que se produce de manera fortuita (INTEF, s/f).

Con respecto a esta distinción tradicional entre aprendizaje formal e informal, Burbules (2014) opina que debe hacerse a un lado y que ambos conceptos deben ser revisados en el denominado aprendizaje ubicuo. 

Este autor señala que los dispositivos manuales móviles y la persistente conectividad inalámbrica proveen oportunidades de aprendizaje a más gente, en más contextos, con costo mínimo o de forma gratuita. El aprendizaje ubicuo se transforma en una proposición de cualquier momento y en cualquier lugar y que, como resultado, los procesos de aprender están integrados más a fondo al flujo de las actividades y las relaciones diarias.

Volviendo al análisis del sistema educativo formal, cabe destacar que está basado en el modelo de la Revolución Industrial, centrándose en el coeficiente intelectual, en particular en la memorización y la normalización. Es un sistema que fue fundado en un momento en el que las industrias necesitaban trabajadores con un conjunto relativamente fijo de capacidades y conocimientos (Foro Económico Mundial, 2020). 

Hoy está perdiendo su relevancia por causa de la innovación, la interrupción y el cambio constante. La adaptabilidad y la rapidez para aprender son muy necesarias y por ello hay que actualizar la educación teniendo en cuenta la preparación para el trabajo, la capacidad de competir contra las máquinas inteligentes y la creación de valor económico a largo plazo con el objetivo de facilitar la transición al mercado laboral Foro Económico Mundial, 2020). 

En cuanto la educación superior, es preciso que evolucione de la idea de una educación terminal a la incorporación en su seno del concepto de educación permanente. Ello, como consecuencia de los cambios que se dan en la sociedad contemporánea, así como de la reconocida obsolescencia del conocimiento, que se deprecia rápidamente en virtud de su propio dinamismo (Bravo y Arzube Mayorga, 2017). 

La educación superior está obligada a modificar sus estrategias de aprendizaje y a enfocarse en proporcionar una formación general antes que en una demasiado especializada. Debe aportar capacidad de incorporar permanentemente nuevos saberes y ofrecer las herramientas necesarias para trayectorias ocupacionales móviles (Bravo y Arzube Mayorga, 2017).

Tünnermann Bernheim (2010, 132) se pregunta ¿Cuál es la universidad que necesitamos y, por extensión, la educación superior que requerimos en el siglo XXI? Responde al interrogante siguiendo a Federico Mayor Zaragoza que dice: “Lo que necesitamos es una universidad que sea un centro de educación permanente para la actualización y el reentrenamiento; una universidad con sólidas disciplinas fundamentales, pero también con una amplia diversificación de programas y estudios, diplomas intermedios y puentes entre los cursos y las asignaturas, de suerte que nadie se sienta atrapado y frustrado por sus escogencias previas. El propósito deberá ser que los estudiantes salgan de la universidad portando no sólo sus diplomas de graduación, pero también conocimiento, conocimiento relevante para vivir en sociedad, junto con las destrezas para aplicarlo y adaptarlo a un mundo en constante cambio”. 

Por ello es que las instituciones de educación superior deben trabajar en forma conjunta con las empresas y los lideres de la industria para que su oferta de formación se adecue a las necesidades del mercado de trabajo. También deben asegurarse de enseñar las destrezas que tienen una alta demanda y que puede preverse continuarán siéndolo en un futuro próximo (Dorman, 2017). 

Muchas empresas han optado por ingresar al camino del aprendizaje permanente mediante una actualización de sus propios programas internos de capacitación (Dorman, 2017)

Otras empresas como Pay Pal, L’Oreal, Air France y KLM han optado por otorgarles a sus empleados una instrucción en línea a través de la plataforma Coursera que brinda MOOCS (Dorman, 2017).

Por último, en materia educativa cabe destacar la iniciativa desplegada por la Plataforma de Aprendizaje Permanente (The Lifelong Learning Platform, s/f), que reúne a cuarenta y dos organizaciones europeas del campo de la educación, capacitación y juventud. En la actualidad esta red representa a más de 50.000 instituciones educativas y asociaciones que se desempeñan en todas las instancias del aprendizaje: formal, no formal e informal y que llega a millones de beneficiarios. 

 

  1. ¿Qué tipo de competencias son necesarias?

 

Sin duda alguna, los empleos del futuro serán distintos a los del presente. Según la OCDE, el 65 % de los niños en edad escolar tendrán en el futuro un trabajo que aún no existe y para el año 2022, el Foro Económico Mundial predice que se crearán 133.000.000 de trabajos nuevos, producto de una nueva división del trabajo entre las personas, los ordenadores y los algoritmos. Muchos de estos trabajos emergentes estarán mejor pagos y serán menos repetitivos que los que sustituyen, pero los trabajadores necesitarán de un nuevo conjunto de competencias para poder realizarlos (Randstand Research, 2021).

Si bien hay una creciente demanda por las competencias STEM duras y por los conocimientos informáticos básicos, también se ha observado un aumento de la demanda de habilidades sociales blandas como el pensamiento crítico, la creatividad y la inteligencia emocional (Randstand Research, 2021).

En síntesis, para poder pasar de una ocupación a otra y de la economía informal a la economía formal los trabajadores deberán aunar competencias fundamentales y competencias técnicas especializadas. 

Las competencias fundamentales son habilidades no técnicas que resultan útiles para todos los empleos y se aplican al trabajo en general, como las competencias sociales y emocionales, cognitivas y metacognitivas, y las competencias ecológicas y digitales básicas. Se aplican a todas las ocupaciones y profesiones, independientemente del nivel de calificación requerido para el empleo. Abarcan, entre otras, las aptitudes de colaboración y de trabajo en equipo, las aptitudes de negociación y resolución de conflictos y de comunicación, la inteligencia emocional, las aptitudes de pensamiento creativo e innovador y de pensamiento analítico y crítico, la capacidad de resolución de problemas y de toma de decisiones, la capacidad de aprender a aprender, las competencias básicas de lectura, escritura y aritmética, y las aptitudes de planificación y organización y de gestión de la carrera profesional (OIT, 2021).

 Las competencias técnicas especializadas comprenden a los conocimientos teóricos y especializados necesarios para realizar tareas o funciones específicas.  Se necesita una gama compleja de competencias técnicas para innovar y diseñar nuevos productos y para utilizar y mantener nuevas tecnologías (OIT, 2021).

Al respecto, la consultora internacional McKinsey & Company en el estudio titulado “Educación para el empleo: Diseñando un sistema que funcione”, identificó varias de las competencias mencionadas, como de especial interés para los empleadores al momento de contratar de personal. Este el caso de la resolución de problemas, la capacitación teórica y práctica en la disciplina, la creatividad, el liderazgo, el trabajo en equipo, la comunicación escrita y oral, matemáticas, el manejo de ordenadores, la ética de trabajo y el dominio del idioma inglés (Mourshed, Farrell y Barton, 2013).

 

  1. Competencias, productividad y trabajo decente

 

En un estudio realizado por el  McKinsey Global Institute (MGI) sobre la tasa de crecimiento potencial de la productividad en los Estados Unidos, Francia, Italia, España, Suecia y el Reino Unido, se calcula que puede llegar al 1% para el periodo 2024, siempre y cuando se continue con el reciclaje, readaptación profesional y la mejora de las cualificaciones del capital humano (Addeco Group, 2021). 

En estas economías que representan 40 % del PBI mundial, se proyecta que el mayor crecimiento será en el sector de salud, construcción, TICs, comercio minorista y la industria farmacéutica (Addeco Group, 2021). 

En la situación opuesta está la región de América Latina y el Caribe, que, según el informe global de competitividad del Foro Económico Mundial (año 2019), se encuentra rezagada con respecto a los países de la OCDE y a algunas regiones en desarrollo, como Asia Oriental y el Pacífico.

En particular se destaca la baja calificación de la región en las habilidades de su capital humano y en la capacidad innovadora de las empresas, cuando se la compara con Europa y América del Norte, Eurasia y Asia Oriental y el Pacífico (Ríos, 2020).

Sin dudas, la adquisición de capacitaciones y del aumento de la inversión en educación y formación se han convertido en factores estratégicos para promover el crecimiento económico y el bienestar social de cualquier país, porque aumentan la productividad y los ingresos y facilitan la participación de todos en la vida económica y social.

             El desarrollo de los recursos humanos y de la formación actúa entonces como promotor del trabajo decente (OIT, 2021).

            Las personas se benefician porque las competencias y el aprendizaje permanente son la llave para hacer realidad sus intereses y aspiraciones, acceder al mercado de trabajo, salir de la pobreza y de la exclusión social y adaptarse a un mundo del trabajo cambiante.  

             Las empresas también se benefician puesto que las competencias y el aprendizaje permanente les ofrecen una ventaja competitiva estratégica para ser productivas e innovadoras. 

              Y las sociedades obtienen su beneficio porque las competencias y el aprendizaje permanente crean oportunidades de transformación económica, creación de empleo, inclusión, democracia, ciudadanía activa y crecimiento sostenible.

Cabe resaltar que la educación, formación y desarrollo de competencias revisten una importancia fundamental para la Agenda 2030 en el marco del ODS 4, relativo a garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos, y del ODS 8, relativo a promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.

 

  1. Conclusiones

 Hay una frase de Alvin Toffler que dice: “Los analfabetos del siglo XXI no serán los que no saben leer ni escribir, sino los que no pueden aprender, desaprender y reaprender”.

             En igual sentido, se expide Michelle Weise en su libro titulado “Long Life Learning. Preparing for jobs that don’t even exist yet”, cuando afirma que se necesitan más rampas de acceso y de salida entre el aprendizaje y el trabajo a lo largo de la vida laboral (Meneses, 2021).  

El mundo laboral está cambiando rápida y profundamente por el impacto de la tecnología, el cambio climático, la globalización y la demografía. 

Estos acontecimientos que están cambiando las necesidades de las empresas y transformando el mercado laboral, exigen sociedades que se entiendan a sí mismas como sociedades del aprendizaje y personas que se identifiquen como aprendices a lo largo de sus vidas (UIL, 2021).

Los Gobiernos y los interlocutores sociales deben diseñar y aplicar conjuntamente un ecosistema de aprendizaje permanente que comprenda los siguientes elementos (Valdes Cotera, s/f): 

  1. a) Un enfoque dinámico del aprendizaje, entendido como un recorrido que comienza en la infancia temprana y se extiende a lo largo de la vida.
  2. b) Un enfoque inclusivo, que procura oportunidades de aprendizaje a personas 

de todas las edades y contextos.

  1. c) El reconocimiento de todas las modalidades de aprendizaje, comprendiendo 

al aprendizaje formal, no-formal e informal. 

  1. d) Conectar distintos tipos y niveles de educación.
  2. e)  Tener como centro a las personas y a los derechos humanos 

La adquisición de competencias, el reciclaje profesional y el perfeccionamiento de las habilidades en todas las etapas de la vida, será el único camino para asegurar oportunidades de trabajo decente y posibilitar una transición fluida al mercado de trabajo y dentro del propio mercado de trabajo, es decir de crear las rampas de acceso y salida que menciona Weise.

 

Resumen

En los últimos años estamos asistiendo a una profunda modificación del mercado de trabajo, producto del avance de la inteligencia artificial, la robotización, la globalización, el cambio demográfico y climático.

Estos eventos ya están generando nuevos empleos y representan un gran potencial para la inserción laboral, al igual que la demanda de empleos en sectores que ya existen, como, por ejemplo, el cuidado de adultos y de la salud.

Poder aprovechar las oportunidades que brindan estos cambios implica modificar la forma en que las personas se preparan para el trabajo.

En este articulo se analiza el concepto de aprendizaje permanente, los modelos que proponen los distintos organismos internacionales, las competencias que involucra y como incide en la productividad.                                    

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