ALGUNAS PREVISIONES Y ESTADíSTICAS
Viviana Laura Diaz
Mas allá de las etiquetas y nombres con que se designe al trabajo conectado, hay una certeza: el mismo será el protagonista de los próximos años.
Desde el Adecco Group Institute, las aseveraciones no muestran dudas: “El futuro del trabajo será mucho menos ortodoxo de lo que es ahora, tanto en tiempo como en lugares. Cambiará la forma de organización, no solo con los intereses de la producción, que exigen ciertas modificaciones, desde el punto de vista de la agilidad, sino también habrá que adaptarse a las demandas de las personas”.
En este contexto, el binomio humano – maquina, parece ser la respuesta más adecuada a un entorno cambiante, más digital y con procesos que se automatizarán, pero donde la creatividad será el capital, precisamente para diferenciar el impacto del trabajo humano frente al de las máquinas.
Una concepción similar es la que imagina Albert Cañigueral, Conector de la red Ouishare para España y América Latina, quien habla de un futuro laboral de “centauros, mitad hombre, mitad máquina, donde se combinará la fuerza o la capacidad de cálculo de los ordenadores con el poder de la improvisación de los seres humanos, en una versión más renacentista del mundo laboral”.
Cualquiera de las tendencias del futuro laboral se manifestarán de modo desigual según la profesión, como ha sucedido con la mayoría de los cambios desde la revolución industrial, pero existen pautas que permiten hacer previsiones que el tiempo se encargará de certificar, un proceso que se explica bien con la gran tendencia potenciada a partir de la pandemia Covid 2019: el teletrabajo.
Lo que hasta entonces era una realidad poco común, hoy se ha generalizado e incorporado a la cotidianeidad.
Según el informe «Teletrabajo y trabajo en movilidad en España y la UE», publicado por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), un 11,2% de los españoles activos (2,14 millones) teletrabajaron más de la mitad de su semana laboral durante el primer trimestre de 2021, lo que supone un asentamiento del trabajo en remoto por encima de una solución temporal al confinamiento o las restricciones de movilidad, aunque sigue siendo una opción solo en determinadas profesiones, puesto que sigue resultando la alternativa minoritaria en el conjunto de la masa laboral española.
“La pandemia ha supuesto un impulso del teletrabajo en España, sobre todo durante el confinamiento, aunque su adopción disminuyó tras este periodo, principalmente cuando se relajaron las medidas de contención, pero el teletrabajo ocasional no ha parado de crecer en el último año, por lo que se espera que se desarrolle más allá de la crisis sanitaria”, concluye el citado informe del ONTSI, donde se recoge que la cifra de teletrabajadores españoles es similar a la media de la Unión Europea, aunque inferior a otros países donde esta tendencia tiene más tradición, como es el caso de Finlandia (25% de su población activa teletrabaja), Luxemburgo (23%), Irlanda (21%) o Austria (18%).
Aunque para desgranar estas cifras hay que poner en contexto la propia realidad socioeconómica de cada uno de los países. Según el informe de McKinsey “The future of work after Covid-19”, en las economías avanzadas, entre el 20% y el 25% de los trabajadores podrían desempeñar su foco en remoto entre 3 y 5 días sin que ello suponga una pérdida de la productividad, uno de los factores críticos a la hora de determinar la viabilidad o no de esta fórmula.
En su estudio, la consultora divide los resultados por países y sitúa a España como uno de los estados con menor potencial de teletrabajadores al concluir que solo el 18% de la población activa podría desempeñar su oficio desde casa la mayor parte del tiempo y un 63% de las plantillas podrían desarrollar su profesión desde su hogar menos de un día a la semana sin perder eficacia.
En el lado contrario, Reino Unido, donde hasta el 26% de los trabajadores podrían desempeñar su labor desde casa entre 3 y 5 días, mientras que en China e India, economías mucho más manuales, el trabajo remoto se quedaría en porcentajes de apenas el 11 y el 6%.
En cualquier caso, en las decisiones relativas a esta cuestión está teniendo importancia capital la productividad.
Precisamente, la Universidad de Chicago elaboró un estudio para analizar esta variable y lo hizo entrevistando a 10.000 empleados de empresas tecnológicas asiáticas entre abril de 2019 y agosto de 2020, para así poder comparar la evolución.
La investigación, titulada «Work from Home & Productivity: evidence from personnel & analytics data on IT professionals», concluyó que la productividad de estos trabajadores había descendido un 20% a pesar de emplear más horas, porque no eran tan eficientes como lo serían en un lugar de trabajo estructurado y físico.
Así, según el estudio, los trabajadores pasaban un 30% más de tiempo trabajando desde casa, lo que se traduciría en 12 horas más sobre una semana de 40 horas, pero su productividad caía porque pasaban más tiempo en reuniones con sus jefes para perfilar constantemente sus responsabilidades.
Ahora bien, la transición del TRABAJO REMOTO FORZADO durante la pandemia al TELEGRABAJO SEGURO, pos pandemia, requiere sin lugar a dudas una adecuación, y lo más importante la dación de herramientas de trabajo, espacio de desconexión y reversibilidad como sostiene la Ley de Teletrabajo en relación de dependencia de Argentina, Ley 27555.
Esto evidencia que el teletrabajo no es simplemente la traslación de las labores de un escenario a otro, sino un sistema nuevo que requiere la adaptación de las compañías y de los propios trabajadores, con procesos bien definidos que otorguen la autonomía y la eficiencia que todas las partes esperan.
En este informe, compartimos algunos números españoles, que nos muestran los beneficios de la modalidad, para con los trabajadores.
De los analizados, el 47% destaca el horario flexible, el 43% el menor estrés en los desplazamientos, el 40% el ahorro de costos y el 35% un mejor equilibrio entre la vida privada y el trabajo; mientras que, como contrapartidas, se apuntaron la menor actividad física (40%), la falta de interacción con los compañeros (39%) y el cansancio frente a la pantalla (31%).
A pesar de estas inquietudes, más de la mitad de los encuestados reconocieron que su estado de ánimo mejoró al trabajar fuera de la oficina, lo cual implica UNA MEJORA DE LA EMPLEABILIDAD.
Es totalmente contundente, que la versión fordista del trabajo, donde un empleado tenía una relación extensa con una compañía, de la que era cuasi propietario, ha terminado de modo definitivo, enterrando el concepto del trabajo para toda la vida, viramos hacia una versión donde la tecnología es parte de la descripción del puesto de trabajo, y su implicancia es innegable.
La pandemia ha aumentado el valor de ciertas profesiones, y más aun su modalidad remota. Según el informe de McKinsey “The future of work after Covid-19”, los trabajadores que desempeñan labores menos cualificadas son los que más sufrirán y ganarán valor los conocimientos o habilidades frente a los títulos universitarios.
El país que registrará una mayor transformación laboral será Estados Unidos, con un 28% más de empleos afectados que antes de la pandemia frente al 7% de España donde, según la consultora, sufrirán un descenso los puestos relacionados con la atención al cliente y ventas, la hostelería o los servicios de alimentación, mientras que se creará empleo en sectores como el sanitario, en las profesiones STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y los creativos y profesionales artísticos.
EL alto impacto de las tecnologías en el futuro del trabajo, nos direcciona inclusive al metaverso como un entorno laboral cercano.
Es decir, esos mundos digitales en los que la sociedad se desarrolla de modo paralelo, una concepción que inauguró a comienzos de los 2000 un videojuego: el «Second Life» y que importantes compañías están desarrollando actualmente.
El ejemplo más paradigmático es el de Sony, que ha invertido 1.000 millones de dólares en el universo digital paralelo que está creando Epic Games, donde se pretende generar una economía alternativa en la que las marcas puedan contratar a teletrabajadores. Un caso muy concreto es una oferta laboral para ser jardinero en Minecraft, una propuesta que está recogida de modo literal en el plan España 2050, junto a otras como “entrenadores de avatares o jugador profesional de eSports”.
Y se basa en un ejemplo real de un proceso iniciado en Reino Unido para buscar un jardinero para el popular videojuego de construcción, con una remuneración de 60 euros/hora.
La digitalización y la transformación tecnológica, así como el envejecimiento de la población son factores potenciadores de ciertos oficios, “no desaparecerán trabajos, sino tareas”, por lo que la educación es sin lugar a dudas el método más eficaz de reciclaje profesional que debe incluir lo presencial y lo remoto, un entorno mixto que sea accesible para todos y cada uno.
Según la citada investigación, la habilidad que más valoran los trabajadores es el análisis de datos, estimado por el 84% de los trabajadores y el 59% de los business leaders, mientras que la resiliencia será importante para el 72% de la masa laboral, por delante de la inteligencia emocional (69%) y la Inteligencia Artificial junto al machine learning (69%).
Y aunque en un puesto inferior, la creatividad también aparece entre las habilidades más valoradas para el futuro del trabajo, tanto para el 56% de los trabajadores como para el 46% de los empresarios.
La creatividad será una de las habilidades más valoradas, como valor diferencial del hombre en un entorno cada vez más robotizado o automatizado.
Diferentes experiencias realizadas para enfrentar a humanos y autómatas, nos confirma que cuando se cambian las reglas del juego, ganan siempre las personas, que, a través de la creatividad, pueden innovar.
Es decir las habilidades cognitivas , la creatividad sumadas a las habilidades informáticas serán las soft-hard skills del futuro, y a través de ellas el trabajo remoto que permite llevar el empleo a donde se necesite, pero siempre respetando las condiciones que hacen al trabajo digno y registrado.