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SINDICATOS. LA NECESIDAD DE REINVENTARSE

María Verónica Sánchez

 

El hombre como ser social, vive en sociedad con otros hombres, y se reúne no solo con fines recreativos, culturales, de intercambio, sino también de trabajo. De ese entramado complejo de relaciones surgen las relaciones laborales y entorno a ellas la conflictividad laboral. Como consecuencia de ello, surge en los trabajadores, la necesidad de asociarse con otros, en asociaciones, cooperativas y sindicatos para la defensa de sus derechos.

Así, al decir de Grisolia “el derecho a asociarse es un derecho natural y fundamental del hombre, reconocido por la Constitución Nacional y a partir de allí es que no debe contemplarse tan sólo como derecho natural subjetivo y fundamental del hombre, sino con los de la persona humana cuya protección se considera más necesaria dentro del Estado de Derecho.” Grisolia, (2017: 4240).

A fin de adentrarnos en el análisis de la situación actual de los sindicatos es preciso primero definirlos:

Conforme expresara Fernández Madrid, “El sindicato es una institución que se manifiesta con plenitud en las sociedades democráticas, en tanto el ejercicio de los derechos sindicales supone el respeto de otros derechos como la libertad de expresión, el derecho de reunión, el de peticionar a las autoridades y, en el orden interno del sindicato, la posibilidad de elegir y ser elegido, lo que no se aviene con sistemas de gobierno dictatoriales que formalmente pueden admitir cierto grado de organización sindical, pero en la práctica dificultan o impiden el ejercicio de dichos derechos , que son ineludibles par un efectivo desenvolvimiento de la acción sindical y de la libertad sindical”. Fernández Madrid, (2007:28).

El fortalecimiento de los sindicatos debe pasar necesariamente por su adaptación a las nuevas realidades productivas, tecnológicas y organizativas, y por su apertura a sectores con menor presencia sindical: desempleados, precarios, trabajadores a tiempo parcial, autónomos, etc.

Es menester pues, revalorizar la actividad sindical, en pos de un mundo más justo, con asiento en los valores como la justicia social, la equidad, la acción cooperativa y la unión, generando pues de esta forma trabajo decente para todos.

 

Deben pues, los sindicatos, asumir diferentes retos que, si no se afrontan, amenazan el bienestar, las perspectivas laborales y la seguridad de poblaciones enteras. La brecha social, vinculada con la digitalización; el déficit y el desajuste de competencias, asociados con la inteligencia artificial, la automatización y la robótica, así como la economía vinculada al uso de plataformas de trabajo digital, y los efectos perturbadores del cambio climático, exigen más que nunca el tipo de solidaridad que defienden los sindicatos.

La globalización ha dejado atrás a muchas personas y comunidades, y persiste una gran dificultad en el acceso a las nuevas tecnologías, por gran parte de la población, lo que se traduce en desigualdades, por motivos socioeconómicos, de edad y de género. Debe pues prestarse más atención, a la negociación colectiva y al diálogo social, los cuales pueden complementarse con los esfuerzos de los gobiernos para hacer que los mercados de trabajo sean más adaptables, seguros e inclusivos.

Con la globalización en su apogeo, las nuevas formas de reclamo sociales y laborales se han trasladado a las redes sociales, a la calle, no teniendo estas manifestaciones una cara visible. Si bien su difusión es rápida, llegando a un gran número de personas, sus efectos tienden a diluirse en el tiempo y sus reclamos se evaporan tan veloz como se esparcen.

Los sindicatos si quieren subsistir, deben dejar de lado las campañas tradicionales y adaptarse al nuevo mundo laboral, generando entusiasmo entre los jóvenes, involucrándolos en sus sistemas de participación. Los sindicatos ante la crisis deben dar respuestas certeras, integrando a las mujeres en todos sus niveles, sin olvidar de la necesidad de organizar a los inmigrantes.

En idéntico sentido Fernández Madrid expresa: “Hace falta un sindicato que recupere la imaginación, un sindicato imaginativo que trate de descubrir o aportar ideas sobre que, tipo de actividades socialmente útiles se van a poder desarrollar en el futuro. Es muy claro que si el sindicato no se plantea tal debate los cambios sociales y tecnológicos le adelantarán y quedará como un mero convidado de piedra de la nueva realidad socioeconómica. Además, un sindicato imaginativo debe llevar a la opinión pública este debate y debe tratar de dar respuesta o de abrir caminos a estos problemas.”, (Fernández Madrid, 2007:139).

Aún debilitados, los sindicatos siguen siendo uno de los factores principales en la lucha contra la precariedad laboral y el empleo de calidad. Es de vital importancia la toma de conciencia de que, el sindicato, es un actor clave en la defensa de los derechos de los trabajadores, derechos que no deben conculcar en otros actores políticos o sociales. La actividad por ellos desplegada son salvaguarda del equilibrio que debe existir entre los derechos y deberes emergentes de la relación laboral y de la relación patrón-obrero.

Al Decir de Harari, en relación a los retos que imponen siglo XXI, es menester desatacar cierta conclusión también válida para el sindicalismo actual: “El reto que la infotecnología, la biotecnología, plantean a la humanidad en el siglo XXI es sin duda alguna mucho mayor que el que en épocas anteriores supusieron las máquinas de vapor, los ferrocarriles y la electricidad. Y dado el inmenso poder destructor de nuestra civilización, no podemos permitirnos más modelos fallidos, guerras mundiales ni revoluciones sangrientas. Esta vez, los modelos fallidos podrían acabar en guerras nucleares, monstruosidades diseñadas genéticamente y un colapso completo de la biosfera. En consecuencia, tenemos que hacerlo mejor de lo que hicimos cuando nos enfrentamos a la revolución industrial” Harari, (2018: 54).

Hoy con gran pesar asistimos al debilitamiento de todo el sistema sindical, el número de afiliados a nivel mundial ha bajado en forma considerable, siendo los países con mayor porcentaje de afiliados, Islandia con el 92%, seguido de Suecia con el 66%, Bélgica con el 50 % y Noruega con el 49%.

En Estados Unidos, en puestos de trabajo equivalentes, los salarios en empresas con presencia sindical son un 13,2% más altos de media que los de las empresas que carecen de ella. Lo mismo sucede en el Reino Unido, donde son superiores en un 5%. El sindicalismo permite a los trabajadores aumentar su participación tanto en las decisiones de la empresa como en los resultados de la misma, lo que además favorece una distribución más justa y equitativa de la riqueza.

Recientemente en Estados Unidos los trabajadores de Amazon lograron sindicalizarse y ganar las elecciones, formado de esta forma el primer sindicato de Amazon, la empresa de Jeff Bezos. Los mismos, cansados tras los abusos laborales sufridos en la pandemia y despidos en masa a los que fueron sometidos, empezaron en marzo del 2022 una batalla laboral sin precedentes. La campaña fue atípica, sin plan, sin anuncios, sin respaldo de los grandes sindicatos, con donaciones online a través del sitio GoFunMe y con tan solo unas carpas, mesas y sillas lograron captar la atención de la masa de obreros.

Este triunfo de los trabajadores mereció el apoyo y respaldo de la casa Blanca, quien a través de su presidente Joe Biden, arduo defensor del sindicalismo, expresó su alegría al ver que los trabajadores se hicieron escuchar, respecto a decisiones importantes en su lugar de trabajo.

No hay que olvidar que, el presidente Biden asumió el poder con gran apoyo de la clase trabajadora, bajo su promesa de ayudar a los sindicatos fortaleciéndolos en su lucha contra el empresariado estadounidense.

En tanto en Europa, las medidas impuestas desde la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, seguidas con mayor o menor entusiasmo tanto por los partidos conservadores como por los socialdemócratas, han aumentado las desigualdades y la pobreza, y han elevado el desempleo y la precariedad laboral. Las políticas de inspiración neoliberal han frenado la demanda interna y el crecimiento y, a su vez, han disparado la deuda pública por los rescates del sistema financiero, al tiempo que aumentan las divergencias entre los países.

Las políticas regresivas han sido rechazadas por la Confederación Europea de Sindicatos (CES), con movilizaciones y huelgas en defensa de los derechos de los trabajadores frente a los despidos masivos, la desregulación de la legislación laboral y la vulneración de la negociación colectiva, los recortes en protección social y en pensiones y los servicios públicos esenciales (sanidad, educación y servicios sociales). Medidas regresivas que han sido impuestas sin respetar el diálogo social y los derechos fundamentales de los trabajadores.

A lo largo de esta etapa, prácticamente todos los sindicatos europeos han sufrido pérdidas de afiliación, al tiempo que disminuía su capacidad de influencia en los ámbitos económicos y sociales. Estos hechos se explican, en parte, por el desempleo, por las decisiones lesivas de los gobiernos, por las exigencias empresariales para reducir los costes laborales, por los cambios estructurales producidos en las sociedades, y también por las campañas de corte antisindical desarrolladas en diferentes países.

 

 

SISTEMA SINDICAL ARGENTINO

 

En cuanto al sistema sindical argentino podemos decir que tiene una alta tasa de sindicación, aunque en los últimos tiempos ha descendido.

El mismo es un sistema de unicato, o monopolio de la asociación sindical por actividad o rama más representativa. Así obtendrá personería gremial aquel sindicato que cumpla los requisitos exigibles por la ley 23.551 y sea aprobado por el Ministerio de Trabajo de la Nación.  En el único ámbito que se permite la existencia de más de una Asociación Sindical con Personería Gremial es en ámbito público.

Nuestro País no escapa a la crisis mundial de las políticas neoliberales, los efectos nefastos de la globalización y la informalidad laboral, así como el descenso de la tasa de afiliación sindical.

Es menester pues recordar las apalabras que el General Perón decía en cuanto a la importancia de la sindicación y la fuerza organizada:

“Los trabajadores de la construcción deben formar un sindicato perfectamente unido y fuerte con la única finalidad de defender sus intereses, y en él no debe entrar la política ni las ideas raras que ustedes conocen. Cuando la política ha entrado en las agrupaciones obreras ha sido para una doble finalidad: para explotarlas y para dividirlas. Por otra parte, deben de poner el mayor cuidado en la designación de los dirigentes del gremio […] Deben pensar ustedes que no solamente con un salario mayor se aumenta el estándar de vida, sino que hay mil formas más de aumentarlo indirectamente: la casa propia, la mutualidad, el cooperativismo, la asistencia hospitalaria y otros medios de previsión y ayuda mutua” (Aldao, J., Damin, N., Dawyd,  2018:79)

En nuestro País las políticas de apoyo sindical desplegadas por el gobierno son amplias, así Ministerio de Trabajo de la Nación colabora eficazmente con los sindicatos, apoyando su creación a través de su programa de apoyo.

 El Programa de Apoyo a la Formación Sindical promueve y apuntala iniciativas de formación sindical, entendiendo la capacitación como una herramienta fundamental para el desarrollo de las capacidades de los cuadros de conducción, representación y negociación sindical actuales y futuros.

El programa se lleva a cabo a través de tres líneas de trabajo:

Financiamiento de acciones de capacitación contenidas en proyectos de formación sindical, presentados y ejecutados por asociaciones sindicales.

Fortalecimiento institucional a través de asistencia financiera, técnica y metodológica del Ministerio a las acciones ejecutadas por organizaciones sindicales.

Acciones directas de difusión y capacitación, diseñadas, planificadas y ejecutadas por el propio Ministerio.

Fortalecimiento de estructuras de formación

A través de este programa el Ministerio pone a disposición de las asociaciones sindicales recursos económicos, técnicos y humanos especializados para el desarrollo o fortalecimiento de estructuras de formación sindical.

Entre otras actividades el Ministerio de Trabajo cofinancia proyectos de formación sindical compatibles con los siguientes objetivos generales que se propone estimular:

-fortalecer y mejorar el desempeño de las organizaciones sindicales como actores del diálogo social

-fortalecer las actividades de desarrollo de sus cuadros de conducción, afiliados y trabajadores

-fomentar la formación sindical en los procesos de negociación colectiva para mejorar las capacidades de análisis, negociación y de todo otro aspecto que pueda ayudar a mejorar los roles de dirigentes, afiliados y trabajadores.

Los proyectos presentados pueden desarrollarse bajo dos modalidades de gestión:

-Gestión directa de las asociaciones sindicales: proyectos formulados y desarrollados íntegramente por las organizaciones gremiales.

-Gestión asociada: proyectos formulados y ejecutados por más de una asociación sindical o en conjunto con una universidad, instituto de formación, mutual, etcétera.

Los proyectos de formación sindical tienen como finalidad formar delegados, dirigentes y trabajadores a través de cursos, seminarios y/o talleres.

 

                 DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

En el apoyo a los movimientos sindicales, la doctrina social de la Iglesia se ha explayado largamente. Así pues, es menester pues destacar al Santo Padre Francisco quien se ha expresado sobre el trabajo y la acción sindical en Carta a los participantes en la Conferencia Internacional «De la Populorum Progressio a la Laudato si”.

“En el contexto actual, conocido como la cuarta revolución industrial, caracterizado por esta rapidación y la refinada tecnología digital, la robótica, y la inteligencia artificial, el mundo necesita de voces como la de ustedes. Son los trabajadores quienes, en su lucha por la jornada laboral justa, han aprendido a enfrentarse con una mentalidad utilitarista, cortoplacista, y manipuladora. Para esta mentalidad, no interesa si hay degradación social o ambiental; no interesa qué se usa y qué se descarta; no interesa si hay trabajo forzado de niños o si se contamina el río de una ciudad. Sólo importa la ganancia inmediata. Todo se justifica en función del dios dinero. Dado que muchos de ustedes han contribuido a combatir esta patología en el pasado, se encuentran hoy muy bien posicionados para corregirla en el futuro. Les ruego que aborden esta difícil temática y que nos muestren, desde su misión profética y creativa, que es posible una cultura del encuentro y del cuidado. Hoy ya no es sólo la dignidad del empleado la que está en juego, sino la dignidad del trabajo de todos, y de la casa de todos, nuestra madre tierra.

Por ello, y tal como lo afirmé en la encíclica Laudato Si’, necesitamos de un diálogo sincero y profundo para redefinir la idea del trabajo y el rumbo del desarrollo. Pero no podemos ser ingenuos y pensar que el diálogo se dará naturalmente y sin conflictos. Hacen falta agentes que trabajen sin cesar para generar procesos de diálogo en todos los niveles: a nivel de la empresa, del sindicato, del movimiento; a nivel barrial, de ciudad, regional, nacional, y global. En este diálogo sobre el desarrollo, todas las voces y visiones son necesarias, pero en especial aquellas voces menos escuchadas, las de las periferias. Conozco el afán de mucha gente por traer dichas voces a la luz en los foros donde se toman decisiones sobre el trabajo. A ustedes les pido que se sumen a esta noble labor.

La experiencia nos dice que para que un diálogo sea fructífero, es preciso partir de lo que tenemos en común. Para dialogar sobre desarrollo, es conveniente recordar lo que nos aúna: nuestro origen, pertenencia y destino. Sobre esta base, podremos renovar la solidaridad universal de todos los pueblos, incluyendo la solidaridad con los pueblos del mañana. Además, podremos encontrar el modo de salir de una economía de mercado y de finanzas, que no da al trabajo el valor que corresponde, y orientarla hacia aquella en la que la actividad humana es el centro.

Los sindicatos y movimientos de trabajadores por vocación deben ser expertos en solidaridad. Pero para aportar al desarrollo solidario, les ruego se cuiden de tres tentaciones. La primera, la del individualismo colectivista, es decir, de proteger sólo los intereses de sus representados, ignorando al resto de los pobres, marginados y excluidos del sistema. Se necesita invertir en una solidaridad que trascienda las murallas de sus asociaciones, que proteja los derechos de los trabajadores, pero sobre todo de aquellos cuyos derechos ni siquiera son reconocidos. Sindicato es una palabra bella que proviene del griego dikein (hacer justicia), y syn (juntos). Por favor, hagan justicia juntos, pero en solidaridad con todos los marginados.

Mi segundo pedido es que se cuiden del cáncer social de la corrupción. Así como, en ocasiones, «la política es responsable de su propio descrédito por la corrupción» lo mismo ocurre con los sindicatos. Es terrible esa corrupción de los que se dicen «sindicalistas», que se ponen de acuerdo con los emprendedores y no se interesan de los trabajadores dejando a miles de compañeros sin trabajo; esto es una lacra, que mina las relaciones y destruye tantas vidas y familias. No dejen que los intereses espurios arruinen su misión, tan necesaria en los tiempos en que vivimos. El mundo y la creación entera aguardan con esperanza a ser liberados de la corrupción (cf. Rm 8,18-22). Sean factores de solidaridad y esperanza para todos. ¡No se dejen corromper!

El tercer pedido es que no se olviden de su rol de educar conciencias en solidaridad, respeto y cuidado. La conciencia de la crisis del trabajo y de la ecología necesita traducirse en nuevos hábitos y políticas públicas. Para generar tales hábitos y leyes, necesitamos que instituciones como las de ustedes cultiven virtudes sociales que faciliten el florecimiento de una nueva solidaridad global, que nos permita escapar del individualismo y del consumismo, y que nos motiven a cuestionar los mitos de un progreso material indefinido y de un mercado sin reglas justas.” (Francisco 2017: 1.)

                                  COROLARIO:

Como corolario podemos decir que los sindicatos favorecen el dialogo social, son ordenadores de la política de empleo, a la vez que son instituciones que fortalecen el estado de derecho, restableciendo así el equilibro que debe existir entre la masa asalariada y el empresariado.

Hoy día los sindicatos deben enfrentar los avances que impone la tecnología, la inteligencia artificial y la globalización, siendo imperioso pensar en el futuro del trabajo.

Se sugiere lectura de la carta encíclica “De la Populorum Progressio a la Laudato si” que es de vital importancia, por sus consejos al sindicalismo actual.

 

                         REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

 

ALDAO, J., DAMIN, N., DAWYD, D. 2018 “El lugar del sindicalismo en los años formativos del peronismo (1946-1955): una aproximación desde los discursos de J. D. Perón”, disponible en https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/6833

-FRANCISCO, 2017 “De la Populorum Progressio a la Laudato si”  Editrice Vaticana.

-FERNANDEZ MADRID Juan Carlos, 2007 “Tratado Práctico de Derecho del Trabajo” La Ley.

-GRISOLIA, Julio Armando, 2017 “Tratado de Derecho del Trabajo y De la Seguridad Social”, La ley.

– HARARI, Yuyal Noah, 2018 “21 Lecciones para el siglo XXI”, Ediar.

-MATHUS RUIZ, Rafael, 2022 “El primer sindicato de Amazon, un potencial punto de quiebre en EE.UU. “La Nación”, 17/4/2022

-MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL –ARGENTINA. disponible en: .https://www.argentina.gob.ar › trabajo.

– MUGNOLO, Juan Pablo,2019 “Derecho Colectivo del Trabajo” Ediar.