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JUSTICIA DEL TRABAJO: PASILLOS VACÍOS, EXPEDIENTES EN ACCIÓN

FRANCISCO VICENTE CAPORICCIO 

Marzo del 2020 fue un antes y un después en la vida de todos los seres que habitamos el planeta. Nuestro país no fue la excepción y los asuntos cotidianos sufrieron un cambio de raíz que afectó a cada ciudadano. Tuvimos que ponernos a buscar alternativas para llevar adelante nuestros quehaceres diarios y hoy por hoy, luego de 2 años y 5 meses, nos perdemos en las nuevas normalidades y costumbres modernas que creemos, inconscientemente, que siempre fueron así. Pero, aunque parezca increíble, es hora de volver a hacer un análisis: ¿Qué se transformó desde entonces? ¿Qué dejamos atrás en nuestras vidas? ¿Qué mejoramos?

Aquí nos toca analizar de fondo nuestro servicio de Justicia en el Fuero laboral de la Nación. En este contexto mencionado, la distancia social fue el principal motor para incentivar el cambio de procesos burocráticos en el Fuero: ¿Cómo fue posible transitar aquellas circunstancias? Y, aún más importante, en la actualidad caracterizada por el regreso a la vida “normal” prepandémica ¿Qué aprendimos y adquirimos de estos cambios?

Los diversos actores que forman parte del día a día judicial laboral poseen opiniones sobre esta implementación, pero lo que se hace necesario resaltar, ante los intentos inentendibles de volver a un sistema obsoleto, del siglo XX, que nacen del deseo humano sectorial de resistirse a las transformaciones, es que después de mucho tiempo se ha dado un salto de calidad y eficiencia en el servicio de Justicia tal y cómo lo conocíamos.

Nada de lo que se debata puede estar fuera de los números. Los resultados son piezas clave a la hora de pensar la implementación de mejores procesos. Si partimos de esa base ¿Cómo vamos a creer que eliminar la implementación de tecnología, que tanto costó adquirir, va a resultar en un mejor servicio de justicia? ¿No aprendimos, en este tiempo de implementación, que se ha logrado avanzar a pasos agigantados hacia la aceleración de cada instancia de un juicio laboral? Si el debate es racional, la respuesta es una: NUNCA se tuvo este nivel de resolución de los reclamos de la ciudadanía.

¿Qué mejoramos?

Desde el momento preciso en el que la Justicia se reorganizó ante las circunstancias que trajo consigo la pandemia, se puso en marcha una modernización total de los procesos. El acceso a las mesas virtuales, la implementación total del sistema DEO y DEOX para el diligenciamiento y contestación de oficios, la posibilidad de presentar escritos 24 horas los 7 días de la semana y las audiencias remotas son ejemplo claro de ello. Nunca fue tan práctico y rápido. Este hecho lo venían planteando desde hace tiempo innovadores en el campo como el Juez Julio Grisolia y el Secretario Ernesto Ahuad en sus escritos, pero era entendible, hasta esos primeros meses de aplicación que trajeron no solo la posibilidad de continuar los juicios, sino también una mejora total en la implementación, que existieran resistencias en los actores más conservadores que forman parte del día a día judicial. 

Al verse resueltas esas primeras dudas, se pudo concluir que la implementación de tecnología no era ni por cerca inviable. Las nuevas generaciones de abogados lo supieron aprovechar y aquellos que poseen mayor experiencia, con el tiempo, entendieron que esta circunstancia, esta prueba obligada, estaba siendo un éxito. Así lo pudimos corroborar los agentes judiciales que, día a día, conversamos con las partes y letrados, atendiendo sus reclamos o propuestas en un mundo que cambiaba.

Hoy, ya es un hecho. Nos acostumbramos a estas mejoras, y está bien que así sea, pero siempre pensando en cómo mejorar con lo construido, no para volver atrás. La tasa de participación efectiva de los testigos en los juicios ha aumentado exponencialmente al facilitar su presencia sin necesidad de realizar grandes traslados físicos. Las posibilidades de llevar adelante procesos judiciales, por parte de los letrados, también se ha maximizado sin lugar a dudas. ¿Cómo es posible estar en 2 lugares con 5 minutos de diferencia debido a que una audiencia se estiró más de lo pensado? A través de la tecnología. 

Cabe destacar que, en el caso particular de las audiencias remotas, he realizado una tesis de maestría en Políticas Públicas de la Universidad Di Tella que se encuentra a disposición para su lectura. La misma fue titulada: “La tecnología y el Poder Judicial: oportunidad ante la crisis” y analiza con profundidad los efectos -positivos- que se generaron al tomar la decisión de continuar con esta práctica moderna y eficiente. Al entrevistar a todos los sectores que componen el día a día judicial y analizar resultados de aplicación se llegó a la conclusión de que: 

En resumen, los efectos que arroja la implementación de herramientas tecnológicas como Zoom para las audiencias remotas y, por su parte, el desarrollo en profundidad de las capacidades del LEX 100, que durante sus primeros años de aplicación no se habían  explorado, son por demás benéficos para el servicio de justicia que brinda el Fuero Laboral de la Justicia Nacional. 

Por otro lado, a pesar de que estos cambios han generado algunos resultados adversos, no solo fueron los esperables debido al cambio de método, sino que fueron rápidamente superados ya que se han encontrado alternativas en la práctica que disminuyeron al mínimo los problemas causados por la conectividad, por un lado, y por otro la dificultad de comunicación “cara a cara” se ha sorteado debido al actual sistema mixto de atención que se lleva a cabo tanto presencial como virtualmente.”

Miremos los hechos

Los cambios tan radicales siempre serán sometidos al debate y eso es sano. Para arribar a la implementación que tenemos hoy fue necesaria la escucha activa de letrados, funcionarios y empleados judiciales. Entre todos, fuimos parte de una transformación que costó y llevó su tiempo. Las opiniones brindadas fueron tenidas en cuenta para superar barreras y navegar lo desconocido de manera segura y decidida. Ahora bien, lo que no es entendible desde lo racional es negar cuestiones que en la práctica se llevan a cabo. 

La atención presencial en los Juzgados no fue eliminada, sino garantizada desde el primer momento. Los letrados pueden acercarse físicamente a las mesas de entrada para realizar reclamos y/o consultas como fue siempre. Entonces, ¿Por qué tribunales no se encuentra colmado de profesionales haciendo largas colas, perdiendo tiempo y frustrándose? Si la atención presencial se encuentra activa y si los juzgados pueden optar por los diferentes mecanismos dispuestos para llevar adelante sus audiencias 80 o de testigos (presencial, semipresencial o remota) ¿Por qué los letrados no continúan optando por la presencialidad como su primera opción? 

Las respuestas a estas preguntas se las dejo al lector. Los hechos hablan por sí solos y se observan a simple vista. Tenemos la responsabilidad de pensar mejores procesos, pero para eso debemos llegar a un consenso básico, dejando atrás lo obsoleto. La implementación de tecnología y la existencia de diversos canales de atención han sido un éxito. La nostalgia es sana, siempre y cuando no afecte al presente y no sea un ancla que imposibilite continuar mejorando el servicio de justicia.

¿No es al fin y al cabo lo que todos buscamos?