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UNA NUEVA REALIDAD. UN CAMBIO DE PARADIGMA

Julio Armando Grisolia

La pandemia fue disruptiva. Aceleró modificaciones en el mundo del trabajo y produjo un punto de inflexión con importantes cambios en el perfil de los trabajadores y la mecánica de prestación de las tareas. 

Se generó un escenario distinto, con nuevos fenómenos sociales y culturales y modelos organizacionales, desarrollo exponencial de la tecnología y proliferación del teletrabajo.

Esa transformación de la realidad sin dudas impactó en la sociedad y modificó sus exigencias.

Nuevo escenario de las relaciones laborales. Transformación digital y teletrabajo

La pandemia provocó un cambio de mentalidad, una revalorización del tiempo. Y esto tuvo un fuerte impacto en la forma de trabajar porque cambió la manera de pensar el tiempo y el espacio. 

El escenario actual es una realidad nueva, dinámica y multívoca.

 El teletrabajo de la pandemia se fue transformando en el modelo mixto o híbrido en la postpandemia: coexistencia del trabajo presencial y remoto en un mismo vínculo laboral: “Aquello que se puede hacer remoto y no requiere presencialidad se hace remoto y lo presencial se reduce a lo imprescindible”.

Se observa el asgotamiento de los formatos tradicionales de contratación: trabajo en semanas de 5 o 6 días -con uno o dos días libres- con jornadas extensas de no menos de 8 horas, con presencialidad plena, cumplimiento del horario de inicio y finalización, y distintas rigideces. 

Este modelo de estructuras rígidas: no se adapta a las demandas de las nuevas generaciones.

Hoy se pone más énfasis en el trabajo realizado, en la producción y su calidad que en el horario de inicio y de finalización y el tiempo real trabajado (obviamente respetando los límites de la jornada y el derecho a la desconexión). Apuntan al teletrabajo o a un sistema mixto (hibrido) o presencial, pero con jornadas más cortas o 4 días a la semana y con flexibilidad horaria. 

Buscan nuevas oportunidades laborales, no solo en términos económicos sino esencialmente en calidad de vida. Ejemplo de ello es el fenómeno de la “gran renuncia”, producido en Estados Unidos, cuando 4,3 millones de trabajadores en agosto 2021 renunciaron a sus empleos, y fueron más de 33 millones en 2021. 

El fenómeno se verificó en varios países, como Francia, con la renuncia de 523.000 trabajadores en el primer trimestre de 2022. En América Latina se dio en menor medida, básicamente por la situación social. 

La “gran renuncia” es en realidad el “gran despertar” de los trabajadores, cansados de largas jornadas, de falta de flexibilidad, de pocos incentivos y no reconocimiento a su labor.

Hoy el debate no es el trabajo presencial o el teletrabajo. En areas administrativas se impone el esquema mixto, con la coexistencia del trabajo presencial y remoto en el mismo vínculo laboral, que toma lo mejor de cada modalidad y produce el mismo resultado pero con mayores beneficios para el trabajador, para el empleador y para la sociedad

Y ese cambio hacia el trabajo remoto o esquema mixto es más claro si se lo analiza desde el punto de vista etario. Los más jóvenes son los que más resisten el esquema de presencialidad anterior. 

Por ejemplo, en la Argentina el segmento de profesionales jóvenes con alta calificación son los que más priorizan la relación entre trabajo y vida. Más del 50% optan por esquemas mixtos o híbridos, porque el trabajo por objetivos permite tiempo libre para su vida personal y para seguir capacitándose en un sector competitivo.

Se han producido importantes modificaciones en el mundo del trabajo que se suman a la globalización. No solo innovaciones tecnológicas, cambios demográficos y del medio ambiente, sino un cambio en la relación entre las personas y el trabajo: para las nuevas generaciones el trabajo no es una prioridad, solo es necesario para la subsistencia 

Ya la Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo de 2019 sostuvo que los problemas graves  son la alta informalidad, las brechas de acceso a los avances digitales y la falta de alineación entre las habilidades y los conocimientos de los trabajadores con la necesidad de la producción.

Para lograr el objetivo común de desarrollo económico con protección social y generar trabajo decente el diálogo social y negociación van a tener un rol fundamental.

El desarrollo económico no es un fin en sí mismo: tiene ser inclusivo con el fin de mejorar la vida de las personas (OIT) 

Ante el nuevo escenario de trabajos remotos (100% home office), mixtos (híbridos 3×2) o presenciales con mayor flexibilidad, las actividades deben adaptarse, los trabajadores capacitarse para sumar nuevas habilidades y competencias y las empresas reconfigurar procederes y aggiornarse a la nueva realidad.

Modernización de los marcos normativos. Una nueva forma de proteger

Los cambios de la situación social, económica y política, de paradigma y transformación requieren adecuaciones en el ordenamiento jurídico, las cuales deben ser consensuadas, tomando como punto de partida el respeto a la dignidad de los trabajadores y al principio protectorio.

Pero la tutela debe tener sentido finalista. Se debe brindar una verdadera protección y no una mera protección “declamada”.

En los países con menores recursos económicos: el trabajo es precario e inestable y las empresas tienen una vida limitada (especialmente las pequeñas y medianas). 

Hay que apuntar a la generación de trabajo decente. Que los trabajadores puedan acceder a los empleos y trabajar en condiciones adecuadas. Para eso también los empleadores deben poder producir y generar ganancias. Ambos “tienen que ganar”

El Derecho del Trabajo es dinámico y debe receptar los cambios producidos a nivel social, económico, político y tecnológico. Debe legislar para los trabajadores actuales y del futuro, no para los de la década del 70 o 90.

Debe acompañar la evolución económica sin desvirtuar sus principios rectores. No hay que oponerse al progreso: crecimiento económico con desarrollo social. Se puede obtener mayor productividad y crecimiento económico manteniendo la esencia de la protección actual de la legislación laboral pero modernizando la normativa.

Hay que proteger de otro modo: generando trabajo decente y logrando la reinserción inmediata cuando se pierde el empleo.

La condición para combatir el desempleo y aumentar la calidad de los empleos disponibles es que la economía crezca en forma sostenida. Para ello es necesario un marco regulatorio adecuado del mercado de trabajo y políticas pro activas dirigidas a mejorar la generación de buenos empleos y la competitividad microeconómica.

No sólo se trata de aumentar la cantidad de puestos de trabajo sino que los nuevos cumplan con requisitos esenciales de productividad creciente, ingresos regulares y justos, condiciones de trabajo dignas, protección legal y seguridad social.

Ese es el empleo de una sociedad moderna, equitativa y sustentablemente competitiva.

El trabajo debe ser posible para el empleador que está dispuesto a cumplir con la legislación laboral, previsional e impositiva.

Por ejemplo, receptar otras formas de contratación y las nuevas tecnologías (home office, teletrabajo), simplificar el acceso al trabajo y capacitar para los nuevos puestos de trabajo, apoyar la tecnología y la innovación, y prevenir los daños que el mal uso de la tecnología puede provocar a los trabajadores, invertir en tecnología y generar políticas de capacitación del personal en nuevas competencias laborales y digitales para la reinserción laboral y apoyar a las pequeñas y medianas empresas que son generadoras de empleo.

Hay algunas cuestiones a tener en cuenta en la modernización de las relaciones laborales: 

  • Reglamentación adecuada del trabajo, adaptada a los tiempos actuales y a las nuevas generaciones de trabajadores, por ejemplo, reducción del tiempo de trabajo
  • Mecanismos de protección y contención social 
  • Dinamismo de los convenios colectivos 
  • Estabilidad, en sentido tradicional -contratos de trabajo de tiempo indeterminado-, o con una perspectiva actual –reinserción inmediata en nuevos empleos- 
  • Inversión en infraestructura, tecnología y capital humano, mediante el mejoramiento del salario y condiciones de trabajo 
  • Formación y capacitación  profesional permanente 

Desafíos del derecho laboral en tiempos de cambios 

La prioridad de América Latina es combatir la pobreza. Y para lograrlo debe abrazar la senda del progreso. 

Reducir la pobreza depende de de crear empleo (principalmente jóvenes y poblaciones vulnerables), disminuir la informalidad y ganar competitividad con una actividad verdaderamente productiva y menos costosa e invertir en capacitación permanente.

El desafío es repensar las condiciones, generar un marco adecuado, adaptado a la realidad productiva del siglo XXI y que preserve los derechos fundamentales de los trabajadores. 

Establecer reglas claras para favorecer la multiplicación de negocios. Para generar nuevos emprendimientos en la región trabajar tiene que ser más fácil y económico. 

Esto significa que la actividad productiva debe ser más sencilla y menos costosa para poder competir.

Es claro que con los cambios tecnológicos se está produciendo una transformación del empleo. Pero si bien se van a perder muchos puestos de trabajo, se van a crear otros (mayoría de digitales). Y ante estos cambios tecnológicos de los procesos productivos, los trabajadores deben tener nuevas competencias y habilidades. 

Por eso la capacitación y formación profesional adquieren un rol esencial para la recalificación de los trabajadores 

En este sentido, es imporante propender a modernizar los marcos laborales y adaptarlos a la nueva realidad. Por ejemplo, apuntar al trabajo decente, a políticas que promuevan la creación de empleo formal y productivo (empleo joven y poblaciones vulnerables), reducir la presencialidad y profundizar el trabajo híbrido o mixto, priorizar la productividad por sobre el horario o el tiempo de trabajo (respetando descansos y derecho a la desconexión).

En síntesis, el diálogo social, los consensos, la cooperación, una actitud solidaria y de buena fe de los actores sociales va a ser fundamental no solo para progresar y por el bien común sino por un básico sentido de supervivencia. 

Todos debemos reimaginar el mundo del trabajo, para que el trabajo del siglo XXI se adaptate a la vida de las personas y no la vida al trabajo.

1 Artículo de Julio Grisolia basado en conferencias internacionales dictadas en América y Europa, publicado en Noticias CIELO Nro.11/2023 “Escenario sociolaboral en América Latina. Coyunturas y desafíos a futuro (sección coordinada por Eleonora G. Peliza) https://mailchi.mp/cielolaboral/noticias-cielo-no-535059?e=d2f47e6158 . CIELO: Comunidad para la Investigación y el Estudio Laboral y Ocupacional www.cielolaboral.com